Seleccionar página

“La autoestima es la reputación que adquirimos con nosotros mismos.”

Hace unos días le pregunté a una de mis estudiantes de 14 años que me dijera del 1 al 100 cuanta autoestima tenía. “50”, me respondió, y agregó que pensaba que tenía un 1 de inteligencia. Como facilitadora y Coach dedicada a jóvenes, frecuentemente me encuentro con chicos con una autoestima muy baja. Mi trabajo es ayudar a estos jóvenes a conocerse mejor y darles herramientas para una autoestima sana. Tomando en cuenta que sus padres son una parte esencial de su educación, aprovecho para recomendarles un libro fabuloso sobre la autoestima escrito por Nathaniel Branden, Los Seis Pilares de La Autoestima, que describe con lujo de detalle como se construye una autoestima sana.  Destaco este libro porque su escritor fue un psicoterapista  que lidera el movimiento de la autoestima en el mundo de la psicología.  En el libro, Branden propone que hay 6 pilares de la autoestima: 1) La práctica de vivir conscientemente, 2) La práctica de aceptación a sí mismo, 3) La práctica de la responsabilidad de sí mismo, 4) La práctica de la autoafirmación, 5) La práctica de vivir con propósito, y 6) La práctica de la integridad personal.

Me enfocaré específicamente en los 3 primeros pilares mencionados en este libro. Las herramientas que propongo están basadas en conceptos básicos de la Neuro-Semántica y Programación Neurolingüística y nos ayudan a mejorar la educación de nuestros hijos para que desarrollen una autoestima sana.

El primer pilar habla de la práctica de educar a nuestros hijos para ser conscientes de sus acciones, valores y metas, y así encontrar claridad sobre quienes son y lo que quieren lograr personalmente (Ojo: sus sueños laborales forman una pequeña parte de su meta. Sus metas incluyen cómo quieren ser, lo que quieren aprender, etc.). Para ayudarles a volverse mas conscientes hay que hacerles preguntas abiertas que los ayude a explorar como ellos ven el mundo y así llevarlos a descubrir las razones por la cual actúan de la manera como actúan. “¿Para qué crees que reaccionaste como reaccionaste?”, “¿Qué crees sobre eso que te hizo ponerte de mal humor?” “¿Que sientes cuando hago esto?” “¿De que te sirve hacer eso?” Hacerles este tipo de pregunta los ayuda a entenderse mejor, clarificando cuales son los significados que le dan a sus acciones y a los eventos de su vida.  Prestarán mas atención a lo que piensan sobre levantarse por la mañana, estudiar, sacar buenas notas, ser honestos, tener diferencias con otros, ponerse de mal humor y porqué, etc.  El entender con mayor profundidad cómo ven el mundo los ayudará a entender que si experimentan algo como feo, desagradable o indeseable, será imposible disfrutarlo. ¡No hay nada más poderoso que darse cuenta de que uno puede cambiar su manera de ver las cosas y reenfocarlas para aceptarlas e incluso gozarlas! Realizarán que pueden ser responsables de su propia felicidad.

El segundo pilar habla de la práctica de “aceptarme como soy”.  Para educar a tus hijos con una identidad sana, es importante fijarte en qué les dices que SON.  Como seres humanos, todos desarrollamos hábitos que no nos sirven, pero hacerles creer a nuestros hijos que esos hábitos son inmodificables es educarlos en una identidad falsa: “Eres irresponsable, enojado, desordenada, despistada, un barril sin fondo!” En vez de esos mensajes, háblales de sus comportamientos, ya que éstos sí se pueden modificar.  “Estas comportándote de una manera irresponsable cuando olvidas tus libros en casa.  ¿Qué necesitas hacer para que no se te olviden mañana?”  Este pequeño cambio en semántica ayuda a diferenciarles a nuestros hijos que los comportamientos se pueden cambiar y así no dañamos su identidad. De la misma forma, uno puede y debe notar los comportamientos específicos cuando sus hijos son responsables, agradecidos, cariñosos, ordenados y decírselos, ya que es la identidad que uno quiere formar en ellos. Ojo: tu hijo/a querrá entender el comportamiento específico que lo hace responsable, etc. Uno no debe decirle, “eres inteligente” cuando logró sacar buena nota en matemáticas ya que esto puede ser contraproducente: automáticamente pensará que cuando no saca buena nota en matemáticas entonces es “estúpido”. El comportamiento especifico que uno debe notar puede ser algo como: “¡Mira como el estudiar una hora te ayudó a sacar tan buena nota en matemática!”

Otra práctica de la que habla Nathaniel Branden en el tercer pilar es la de tomar responsabilidad por sí mismo: poder responder de una manera efectiva hacia lo que uno hace, sus decisiones y su conducta hacia sí mismo y hacia otros. Uno tiene la capacidad de responder hacia un estimulo (lo que alguien dice o hace) de una manera consciente ya que uno interpreta la acción y de ahí responde diciendo y/o haciendo algo. En el momento en que uno recibe un estímulo, uno puede elegir conscientemente como va a interpretarlo. Por ejemplo, si alguien te insulta llamándote “idiota”, puedes interpretar esa palabra de muchas formas y tu reacción dependerá de esa interpretación. Las reacciones pueden variar desde otro insulto enojado hasta una sonrisa empática. Es clave enseñarle a tu hijo a darse cuenta de que sus pensamientos afectan cómo se siente y como responde. De esta forma le estarás enseñando a hacerse cargo de si mismo. Aprenderá que sólo cambiar sus pensamientos lo empoderará para experimentar el mundo de una forma agradable y positiva. ¡Se podrá salir de ser víctima a ser responsable y lleno de poder personal!

Los Seis Pilares de la Autoestima es un libro que define muy acertadamente los elementos que ayudan a formar una autoestima sana. Ser mas consciente, aceptarse como uno es y volverse responsable de uno mismo son de suma importancia para educar a hijos llenos de herramientas personales para enfrentar el mundo de hoy.