¿Has escuchado hablar de los estados tóxicos?
De acuerdo a mi experiencia, ya de muchos años, observando a las organizaciones y los recursos humanos que trabajan en ellas, he podido comprobar que se asignan muchos recursos y la atención va más a las habilidades, competencias y estrategias que al componente llamado “estados” de las personas, que puede verse manifestado en el clima laboral.
¿A que nos referimos cuando hablamos de estados? Trataré de explicarlo iniciando desde la neurociencia y la química de nuestros organismos. Cuando estamos en estados de alegría, entusiasmo e incluso amor, refiriéndome a brindar amor a otro indistintamente si es un ser querido o allegado, nuestro cerebro dispara hormonas tales como la serotonina, dopamina y/o oxitocina. Estos neurotransmisores producen sensaciones placenteras en el cuerpo humano y lo llenan de energía y vitalidad. Además, estas son tan positivas que su exceso sigue siendo muy saludable.
El Dr. Tal Ben-Shahar, conocido catedrático de la Universidad de Harvard, ha desarrollado todo un concepto de la felicidad y los beneficios en las diferentes áreas de vida. El muestra estudios de cómo la felicidad en el trabajo esta íntimamente relacionada con la productividad, ya que, explica él, que ésta contribuye a la creatividad, motivación y trabajo en equipo. Es decir, las personas felices son más creativas, se mantienen en un nivel de pasión por su trabajo y tienen más facilidad para relacionarse con otras personas, son personas autorrealizadas.
Muy importante es entender que estos estados son intrínsecos, refiriéndome que no tienen que ver con el exterior o entorno en el que nos movemos las personas, sino que son desarrolladas internamente, desde la mente y sus pensamientos.
Cuando hablamos de estados tóxicos, nos referimos a estados creados internamente contrarios a los que describo arriba. Estos son los que vemos cuando una persona se mantiene enojada, molesta, inconforme, disgustada, etc. ¿Qué genera estos estados? No es lo que le ocurre a la persona en su día a día sino cómo interpreta eso que le ocurre. Cada quien le da un significado muy diferente y la tendencia de las personas que viven en estados tóxicos, es que su interpretación a todo evento externo llámese un error de un compañero o subalterno, presión de un cliente o diferencias en una junta, las interpreta con poca tolerancia, como fracaso, ineptitud de otros, en fin, cualquier conclusión que no ayuda a secretar hormonas de la felicidad, sino al contrario, el ya muy mencionado cortisol que genera stress al organismo y que su exceso, provoca enfermedades al cuerpo.
Por tanto, para crear un antídoto contra los estados tóxicos, es necesario re educar la mente de estas personas que viven bajo el efecto de ellos. Es ayudarles a tener herramientas que les permita una nueva perspectiva acerca de todo aquello que no pueden controlar. Aprender nuevas formas de manejar su mente, a darle un significado de crecimiento, aprendizaje, desarrollo, etc.
Si las empresas asignaran recursos a ayudar a las personas a usar su mente más a su favor, los logros serían definitivamente mejores, pues las personas en estados de felicidad se comprometen más a dar mejores resultados, desarrollan habilidades para relacionarse mejor y logran comunicarse de una manera más efectiva. Logran estados de genialidad, pues alcanzan la autorrealización, siendo agradecidos con lo que tienen en vez de vivir quejándose de lo que no tienen.
La programación Neurolingüística, la Neuro-Semántica y el Coaching nos brindan muchas técnicas para aprender a controlar la mente, en lugar que la mente nos controle a nosotros, de manera de darle un mejor sentido a las experiencias la vida nos brinda.
Aprendamos a disfrutar de lo que tenemos especialmente en nuestros lugares de trabajo, de manera de alcanzar una mayor productividad y por ende, la autorrealización, y esto solo se logra internamente, independientemente del entorno en que nos movemos.