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Antes de entrar a este mundo del coaching, la Programación Neurolingüística (PNL) y la Neuro-Semántica (NS) trabajé por 23 años en el mundo corporativo. ¡Cómo me habría servido contar con todos estos conocimientos y tener estas herramientas en el día a día que vivía! Ya los últimos años me mantenía en estados de bajos recursos como eran preocupación, miedo, inseguridad, poca autoconfianza, etc. Fue tan intensa mi poca capacidad de gestionar mis estados que afecté mi salud.

 

Recuerdo que tuve, entre varios, una jefa que me inducía estos estados que menciono arriba. Sus gestos faciales se convirtieron en lo que en la PNL llamamos anclas, las cuales son estímulos externos que disparan, en automático, estados de manera inconsciente. Lo interesante de entender esto, es que se convierte en una profecía autocumplida, porque con ella no logré generar la confianza profesional que se requiere entre jefa/colaboradora. Incluso escuchaba que me comparaba con otras colegas, etiquetándome como poco inteligente. En esa época, así me sentía. Mi relación con ella era cordial pero sus palabras y gestos me hacían dudar de mi misma. Confieso que este sentimiento que fui creando dentro de mí, era mi secreto, pues en general, con todas las demás personas, era reconocida y respetada por “mi inteligencia”.

 

Por supuesto que ella no era la culpable de mis estados, pero si hubiera tenido la empatía, habría sido consciente de cómo impactaba en mí, lo cual tuvo repercusiones en mi desempeño. Ella, además, fue creando un sesgo hacia mí, notando solo lo que no hacía bien y con un punto ciego, lo que crean los sesgos, hacia lo que sí estaba logrando. Ella, tampoco tenía herramientas que le ayudaran a notar cómo es de importante conocer a cada colaborador(a) de manera individual, con sus características propias, por las cuales no se debe comparar, y menos, etiquetar a las personas, sino más bien, orientar desde esas diferencias.

 

Como personas líderes es importante contar con conocimiento de cómo operamos los seres humanos, pues es con ellos que trabajamos y logramos los objetivos, o no. Entender que podemos inducirles estados que les permita entender los objetivos, aprender las mejores técnicas para lograrlos y querer hacerlo, con la debida motivación y compromiso, es la mayor responsabilidad que tiene una persona líder. Hacerse cargo de ella significa que buscamos aprender cómo comunicarnos de una manera efectiva, sin juicios, sino con la apertura que cada persona entiende y opera de manera propia, lo cual no la hace más o menos inteligente. Es pura cuestión de inducir estados que le permitan aprender con mayor facilidad, tomar mejores decisiones y tener mejor desempeño.

 

Espero te resuene esta reflexión, porque típicamente escucho a muchas personas “líderes” que hacen juicios fuertes acerca de personas miembras de sus equipos sin hacerse cargo de qué tanto han contribuido a que la persona se sienta y, por ende, se desempeñe así. Ahora le llamo poco conocimiento de los seres humanos que les limita a ser  personas líderes efectivas. Por eso, me encanta nuestra misión en Metas & Visión, “Transformar seres humanos en líderes humanos”.